viernes, 23 de septiembre de 2011

¿Por Qué Mentimos? Parte I


Hay una frase que reza más o menos así: "Todos tenemos dos motivos para hacer las cosas, uno el que presentamos a los demás y otro el verdadero".

Podría terminar ya la entrada del blog, porque tendríamos mucho acerca de lo que pensar sólo con esa frase. Lo bueno de leer y no tener a una persona delante que espera una respuesta, es que podemos permitirnos "el lujo" de ser más sinceros y asentir cuando sentimos que "nos han descubierto".

¿Por qué nos cuesta tanto ser sinceros? ¿Por qué mentimos pese a sentirnos mal haciéndolo? ¿Tan grande es el castigo que nos espera si decimos la verdad?

Hay muchos motivos por los que mentimos, pero uno de ellos, puede que el más grande, es porque "creemos que hemos hecho algo malo a los ojos de la otra persona". Pensamos por los demás y llegamos a conclusiones fundamentadas por nuestra propia opinión. Quizás sea cierta nuestra conclusión, quizás a la persona que tenemos delante le vaya a molestar aquello que hemos hecho pero, si eso es cierto, y queremos nuestro bienestar, tenemos dos opciones:

1.- Decir lo que hemos hecho, asumiendo nuestra decisión como algo propio.
2.- Dejar de hacer aquello que consideramos un problema o creemos que va a molestar a alguien.

¿Cuál es la opción que solemos escoger?

La 3.- Seguir adelante haciendo lo que estamos haciendo y ocultarlo y mentir. Esta opción genera estrés, malestar, nervios, nos cambia la forma de ser con las personas implicadas, y fuerza una relación incómoda en la que el desenlace no acostumbra a ser del todo agradable. El problema es que cuando hacemos nuestra elección, creemos que ya no hay marcha atrás, y que si hemos empezado a mentir "más nos vale mentir hasta el final", lo cual llega a ser en ocasiones cómico... (a todos nos viene a la cabeza la estupenda escena de "cariño esto no es lo que parece" ;o) ).

Como dice la Biblia: -"Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra". Todos hemos mentido y lo seguimos haciendo, pero estoy convencida de que, conforme más nos respetamos y respetamos a los que nos rodean, menos lo hacemos, o antes tomamos la decisión de parar. Ser sinceros no significa ser crueles, la sinceridad no viene del egoismo, viene de la humildad. Si haciendo algo, nuestro cuerpo reacciona con estrés, es una señal de que no estamos actuando de la forma que más nos conviene. Si nuestra actitud hacia alguien cambia por algo que hacemos y estamos ocultando, nuestro cuerpo está pidiendo a gritos que lo liberemos de esa tensión.

Mentimos por miedo, miedo a muchas cosas, miedo al cambio, a la decepción, al dolor, a lo desconocido. Todo lo que se hace por miedo bloquea, y frena todas las cosas buenas que circulan a nuestro alrededor, porque empezamos a no darnos cuenta de que están, estamos demasiado pendientes de que "no nos pillen", y perdemos una parte de nuestra vida. ¿Os acordáis del anuncio del borracho? Ese que ponía: "lo que cree que está ocurriendo" y luego la imagen de "lo que realmente está ocurriendo"... pues eso es lo que nos pasa cuando mentimos, creemos que vivimos una vida, pero estamos viviendo otra, desperdiciando energía y posibilidades de ser felices.

Nunca es tarde para liberarnos de estrés, tomemos la determinación hoy mismo, de empezar a querernos más y a pensar en todo lo bueno que podemos lograr relajándonos, quitándonos preocupaciones que en nuestra cabeza son mucho más grandes de lo que en realidad son. ¡Liberémonos de dolores de estómago, de espalda y de cabeza!

Bueno, poco a poco, que si todos nos liberamos de golpe de culpas, los psicólogos nos vamos a pique ;o).

Un abrazo enorme a todos los mentirosillos, y a ver si algún dolor de tripa nos podemos quitar.

María MD.
www.laplumairisada.es
Red Social LPI